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CONSTITUCIÓN  DE LA IGLESIA CATÓLICA 
Enlace con la propuesta Constitución

Preparar una constitución para la Iglesia católica. Ésas fueron  las instrucciones de Papa Pablo VI  durante el  Concilio Vaticano II (1962-65). De hecho, ha habido innumerables  elementos de una Constitución  en muchos de los documentos de la Iglesia a través de los siglos. Hay incluso porciones sustanciales de una Constitución escrita que forman  parte ahora del Código de Derecho Canónico de 1983. Sin embargo,  esta "Constitución parcial" no está completa, ni habla sobre el compartir democrático de responsabilidades con la magnitud que las estructuras  pasadas de la gobernación de la Iglesia católica experimentaron.

Partiendo de  la visión proyectada y del entusiasmo generado  por el  Concilio Vaticano II, existe un movimiento amplio, siempre  en auge, para escribir, adoptar y vivir  una Constitución en la Iglesia católica. Esa Constitución sería en el espíritu del Evangelio de Jesús de liberación y amor,  y adaptable a los principios de gobernación más sólidos existentes en el umbral del Tercer Milenio. 

Las páginas siguientes son un proyecto de una Propuesta de Constitución de la Iglesia católica".  El proyecto está arraigado en los valores del Evangelio, la historia y teología de la Iglesia,  el derecho canónico, los documentos del Vaticano II,  "la Ley Fundamental de la Iglesia" (Lex Ecclesiae Fundamentalis) comisionada en 1965 por el Papa Pablo VI, el Derecho Canónico de 1983, y la experiencia de ley constitucional civil de los últimos doscientos años. Los derechos y deberes de esta Constitución provienen del "Fuero de derechos de los católicos en la Iglesia" compilado en un diálogo mundial por la "Asociación para los derechos de los católicos en la Iglesia" (ARCC).  Estos derechos, a su vez, se basan parcialmente en  la "Declaración universal de derechos humanos" de las Naciones Unidas. 

Esta Constitución que proponemos se ha investigado a conciencia y meticulosamente, y ha sido bosquejada por la "Asociación para los derechos de los católicos en la Iglesia" (ARCC).  El bosquejo inicial se envió a muchos individuos y grupos, tales como  la "Red europea de los derechos en la Iglesia" - denominada ahora "Movimiento internacional Nosotros somos la Iglesia (IMWAC) - y a continuación se revisó muchas veces. No obstante, este documento se presenta  como un proyecto para iniciar una discusión que debe ser amplia, profunda y duradera, antes de que la Constitución pueda ser aceptada como un armazón eficaz para sostener el gobierno de la Iglesia católica. 

La discusión necesita incluir la experiencia y sabiduría de grupos, tales como abogados constitucionales, expertos en ciencias políticas, abogados de derecho canónico, teólogos, historiadores de la iglesia, párrocos, obispos, el Papa, hombres de negocios, sociólogos, sicólogos, educadores, etc., así como personas casadas,  jóvenes, ancianos, mujeres, hombres - en pocas palabras, todas las categorías de miembros de la Iglesia católica. También queremos aprender de la experiencia de personas de otras iglesias que han desarrollado varios modelos democráticos de estructuras donde se comparte la responsabilidad;  queremos aprender de sus experiencias positivas y negativas. 

Quizás el cambio más importante que debe conseguirse para convertir en realidad una Constitución católica es un cambio en la conciencia o mentalidad de los católicos, seglares y clérigos.  Las tradiciones católica y comunitaria deben verse y experimentarse como fuentes vivientes para transformar la  vida en algo significante y vital - santificado;  como algo liberado hacia lo que los cristianos  maduros sientan un sentido recíproco de responsabilidad.  Eso incluye compartir como adultos tanto el exigir derechos como el aceptar responsabilidades, en pocas palabras, compartir en democracia - en una Constitución. 

Por consiguiente ARCC y la Red de grupos participantes recomiendan encarecidamente: 

  • a) Que todos los individuos católicos, organizaciones y grupos centren su atención en una reflexión amplia y profunda, en una discusión a fondo, y tomen una decisión sobre la idea, principios y detalles específicos sobre un compartimiento de responsabilidad católico,  un catolicismo democrático y  una Constitución para todo ello. 
  • b) Que todas las sugerencias sobre cómo mejorar la Constitución se sometan por escrito (a la dirección al  final de este documento).  Tengan presente que se trata de una constitución, no de un compendio de toda la teología o leyes deseables - por consiguiente, se trata de procedimientos y estructuras breves y limitados a los principios esenciales. 
  • c) Que todos los individuos católicos, organizaciones y grupos usen cualquier medio disponible para diseminar y publicar la idea, principios y detalles de un catolicismo democrático y de una Constitución - v.gr., a través de artículos en periódicos y  revistas, circulares, cartas al editor, conferencias, libros de texto, homilías, clases, transmisiones de radio y  televisión, correo electrónico y la red mundial, o internet. 
  • d) Que todos los católicos insten a sus párrocos a que no esperen decisiones de arriba ni de abajo, sino que inicien inmediatamente un proceso que reúna todos los elementos de su parroquia para preparar una "constitución de la parroquia" por la cual se gobiernen. No hay ninguna restricción en esta materia en el Código de Derecho Canónico de 1983; queda completamente en las manos del párroco el comenzar sin necesidad de ningún permiso. 
    Aunque es verdad que los párrocos que le sucedan no estarían obligados a aceptar la constitución de su predecesor, la pelota estaría en juego, y sería difícil pararla. Especialmente si varios párrocos establecieran con éxito constituciones en sus propias parroquias. Sin duda que una buena Constitución de la Parroquia,  planeada y dessarrollada con éxito,  tendría un gran efecto positivo en otras parroquias y en la diócesis. 
  • e) Que todos los católicos les insten a sus obispos que no esperen decisiones de arriba ni de abajo, sino que inicien inmediatamente un proceso que reúna todos los elementos de su diócesis  para preparar una Constitución Diocesana por la cual se gobierne.  No hay ninguna restricción en esta materia en el Código de Derecho Canónico de 1983;  queda completamente en las manos del obispo local el comenzar sin necesidad de ningún permiso.  Además, existe el magnífico ejemplo de la "Constitución Diocesana" del Obispo John England de Charleston, Carolina del Sur (1820-1842), posiblemente el mejor obispo en la historia del catolicismo americano. 
    Aunque es verdad que los obispos que le sucedan no estarían obligados a aceptar la constitución de su predecesor, la pelota estaría en juego, y sería difícil pararla. Especialmente si varios obispos establecieran con éxito constituciones diocesanas. Sin duda que una buena Constitución Diocesana,  planeada y dessarrollada con éxito,  tendría un gran efecto positivo en las parroquias de la diócesis y en otras diócesis. 
  • f) Que todos los miembros de comunidades religiosas usen los talentos especiales de su experiencia larga e intensa en sus constituciones, estructuras democráticas, diálogo y afiliaciones, sobre todo en la profunda revisión y renovación de estructuras que experimentaron tras el Concilio Vaticano II - que ellos usen este carisma para ayudar a la Iglesia universal a comprender que estos principios democráticos amplian y ahondan la cristianidad del individuo. 
    En su apostolado a la Iglesia universal, cada Comunidad de Religiosos y Religiosas debiera plantearse conscientemente cómo dar  prioridad a ese compartir de su experiencia  y conocimientos sobre las estructuras democráticas y el espíritu en la Iglesia.  Además, cada sociedad religiosa debiera fomentar agrupaciones colaboradoras con otras sociedades religiosas - así como organizaciones seglares y sacerdotales.

El camino hacia la composición y adopción de la "Constitución de la Iglesia católica" será indudablemente largo, arduo y probablemente con muchas curvas.  Pero es un viaje que más y más católicos creen que debe emprenderse.  Todos nosotros que estamos ya tan convencidos, tenemos no sólo el privilegio sino también la responsabilidad de empujar hacia adelante, aunque, como Moisés, no lleguemos a ver personalmente la meta final.

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Prof. Leonard Swidler Departamento de Religión,  
Universidad de Temple Philadelphia, PA 19122, USA.  
Tel, 215-204-7251 begin_of_the_skype_highlighting              215-204-7251      end_of_the_skype_highlighting;  FAX: 215-204-4569;  
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Red: http://blue.temple.edu/~dialogue

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Traductor ( inglés --> español):  
Julián L. Bueno, Ph.D.  
Southern Illinois University-Edwardsville  
Tel.:  (618) 650-2053
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